Hasta entonces
la mujer había intervenido en actividades
como la fabricación de textiles o la minería,
sin embargo la inmensa mayoría había
permanecido en sus hogares, colaborando en las faenas
agrícolas. La
incorporación
femenina a la producción industrial
sustituyendo en sus puestos de trabajo a los hombres
supuso una auténtica
revolución
social que se decantaría con posterioridad
y revelaría su verdadero alcance con la
conquista
de los derechos políticos y legales
de la mujer.